La transición energética es urgente. Debe hacer frente al agotamiento de las fuentes energéticas no renovables (carbón, petróleo, gas natural y uranio) y de los minerales de los que se extraen metales esenciales como el cobre, el plomo, el zinc, el estaño, el hierro, el cromo, el oro y la plata, al grave problema del calentamiento global del planeta provocado por la creciente emisión de gases de efecto invernadero y a la peligrosidad de la radioactividad que se emite en todas las fases del ciclo del combustible nuclear y de los residuos radioactivos acumulados. Para poder superar estos problemas, la transición energética debería consistir en la substitución de las fuentes energéticas no renovables por las renovables, sobre todo la solar y la eólica, la eficiencia energética en viviendas, edificios y equipamientos, una movilidad sostenible y la reducción drástica del consumo de energía, materiales y productos.1
El proceso de transición energética está siendo cada vez más conflictivo porque se han expresado ideas y propuestas divergentes y existen intereses económicos y políticos contradictorios. Entre los obstáculos que hay para que pueda avanzar esa transición, se pueden destacar la oposición de las grandes empresas energéticas y diferentes gobiernos al proceso de sustitución de las fuentes energéticas fósiles y de la energía nuclear, el límite del desarrollo de las energías renovables derivado de las reservas finitas de los materiales necesarios para fabricar los dispositivos que las captan, y las resistencias al despliegue en el territorio de infraestructuras de energías renovables.
La evolución de la transición energética puede ser cambiante, con avances y retrocesos, en función de la correlación de fuerzas, en cada momento político, entre las organizaciones e instituciones que impulsen la transición energética y las que se propongan obstaculizarla. Cuando gobiernen los partidos políticos progresistas se tenderá a la aprobación de leyes y políticas públicas que favorezcan el proceso de transición energética mientras que cuando lo hagan los partidos políticos conservadores se optará por aprobar normativas que la obstaculicen. Durante la transición energética habrá negociaciones y pactos, pero también imposiciones por parte de las fuerzas políticas, sociales y económicas que sean hegemónicas y dominantes.
Las energías fósiles
Las energías fósiles (carbón, petróleo y gas natural) son residuos orgánicos de plantas y de animales que quedaron enterrados y se descompusieron desde que empezó la vida en el planeta hace más de tres mil millones de años. Se pueden formular las siguientes críticas al uso de esas fuentes energéticas:
1) Las existencias de energías fósiles son limitadas y la curva de producción del petróleo y el carbón ya hace algunos años que llegó a su nivel máximo (el pico) y está descendiendo. Como los combustibles fósiles se han utilizado de manera continuada y creciente en los procesos de producción y en los vehículos de combustión de gasolina y gasoil (derivados del petróleo), ya se vislumbra su agotamiento. Se prevé que, si se mantiene el ritmo de consumo de las últimas décadas, en el siglo XXI se producirá el agotamiento del petróleo y del gas natural y en el siglo XXII el del carbón.
2) Se ha producido un incremento progresivo de la inversión de capitales y de la energía que se necesitan para extraer los combustibles fósiles como consecuencia de las dificultades cada vez mayores de acceso a los mismos, lo cual ha supuesto un aumento continuado del coste de su producción. Como dijo Barry Commoner, “cada barril de petróleo extraído de la tierra hace automáticamente más caro el barril siguiente”2. Ante el previsible agotamiento del petróleo que se extrae en los yacimientos convencionales por el sistema de presión, Estados Unidos utiliza, desde el 2010, la técnica de la fractura hidráulica (fracking) para obtener el petróleo atrapado en rocas compactas, inyectando agua y arena a alta presión para fracturarlas y que pueda fluir el petróleo hacia la superficie. Esta técnica es económicamente muy costosa. Como ha señalado Antonio Turiel, “como de promedio se necesitan doscientos pozos de fracking para producir lo mismo que un pozo convencional, se tienen que perforar miles de pozos, sin pausa, para mantener en marcha semejante industria”. En el caso del carbón, “los mejores yacimientos hace tiempo que están agotados y, en la actualidad, no queda más remedio que recurrir a yacimientos más profundos, con menos contenido en carbón y con mineral de peor calidad”.3 Pues bien, la extracción de carbones de peor calidad (subbituminosos y lignito) es económicamente más cara que la extracción de los de mayor calidad (antracitas y hullas).
3) El carbón, el petróleo y el gas natural son los principales causantes del calentamiento global (la temperatura media global del planeta ha subido un 1,1°C -grados Celsius- desde 1880 a la actualidad, es decir, desde que se inició la quema masiva de carbón en las industrias), debido a las enormes cantidades de gases de efecto invernadero que se han emitido a la atmósfera por la quema de esos combustibles fósiles, destacando entre ellos el dióxido de carbono, aunque también inciden de manera relevante el metano, los halocarburos, los gases fluorados y el óxido nitroso. En la actualidad, “la humanidad emite a la atmósfera más de treinta y seis mil millones de toneladas de CO2 cada año”4. Las consecuencias están siendo desastrosas para el medio ambiente y para las personas (aumento de las olas de calor extremo, de las sequías, de la desertización y de los incendios, deshielo de los glaciares y de los casquetes de hielo polar, incremento de las inundaciones y del nivel del mar…). Y en el caso de que la temperatura media global acabara subiendo más allá del 1,5°C respecto a los niveles preindustriales, las consecuencias serían catastróficas, como alertó el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) en su informe “Calentamiento global de 1,5°C” publicado en octubre de 20185.
4) El transporte de energías fósiles es muy peligroso. De hecho, ya se han producido decenas de accidentes muy graves de barcos petroleros6, en plataformas petrolíferas7, en oleoductos8 y en gaseoductos. Además, estas infraestructuras presentan problemas de seguridad muy relevantes por la posibilidad de que sean atacadas por ejércitos o por grupos terroristas9.
5) La extracción y el uso de combustibles fósiles perjudica a otros sectores económicos. Como ha indicado Naomi Klein, “los recursos pesqueros se ven dañados por la polución; el paisaje, marcado por las cicatrices de la catástrofe de turno, pierde atractivo para los turistas; y las tierras de cultivo se vuelven insalubres”. Además, la extracción de energías fósiles requiere una gran cantidad de agua, “en un momento en que las fuentes de agua dulce peligran cada vez más en todo el mundo”.10
Hay diferentes obstáculos en el proceso de substitución de las energías fósiles. Por una parte, el porcentaje que aportan al total de energía primaria que se consume en el mundo, aunque se ha ido reduciendo en los últimos años, sigue siendo muy elevado: un 84,3% en el 2018 (33,1% el petróleo, 27% el carbón y 24,2% el gas natural) y un 82% en el 2021. Además, la aportación de las energías renovables al total de energía primaria que se consumía en el mundo en el 2018, aunque se había incrementado respecto a los años anteriores, era insuficiente para sustituir a los combustibles fósiles: un 11,4%. La aportación de la energía nuclear en aquel mismo año se situó en el 4,3%, evidenciando su tendencia al estancamiento.11
Por otra parte, las grandes empresas energéticas, tanto las privadas (Chevron, ExxonMobil, BP, Royal Dutch Shell, Peabody Energy…) como las públicas (Saudi Aramco, Gazprom, National Iranian Oil, Coal India, Pemex, Petróleos de Venezuela, PetroChina…), siguen explotando los yacimientos de carbón, petróleo y gas natural existentes, han ampliado la extracción con nuevas técnicas (fracturación hidráulica, plataformas de perforación en el mar…) y han construido nuevos oleoductos y gaseoductos. Estas empresas no se resignarán a perder sus inversiones en yacimientos, plataformas de perforación, oleoductos y gaseoductos, ni tampoco a no utilizar las reservas de combustibles fósiles que poseen. Y no dudarán en utilizar todos los medios a su alcance para garantizar sus intereses económicos. Si logran sus objetivos, las emisiones de gases de efecto invernadero seguirán creciendo y el calentamiento global del planeta se acentuará hasta llegar a niveles muy por encima de los recomendados por el IPCC. Para evitar la catástrofe climática, los gobiernos deberían suprimir las exenciones fiscales a las empresas de energías no renovables y las subvenciones al consumo de combustibles fósiles12, cancelar todos los permisos de perforación y de construcción de oleoductos y gasoductos, y prohibir el uso de las reservas existentes de energías fósiles.
La energía nuclear de fisión
Como se ha comentado, el porcentaje que aportaba la energía nuclear al total de energía primaria consumida en el mundo en el 2018 era del 4,3%. Por lo tanto, parece factible prescindir de ella. El problema es que hay un conjunto de países altamente dependientes de ese tipo de energía. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica, los porcentajes de participación de la energía nuclear en la generación de electricidad en diciembre de 2018 eran los siguientes (solo se relacionan los países con los porcentajes mayores): Francia (71,6%), Ucrania (55,1%), Eslovaquia (54%), Hungría (50%), Bélgica (49,9%), Suecia (39,6%) y Eslovenia (39,1%).13 Además, los gobiernos de China, India, Turquía y Francia anunciaron en 2021 que en los próximos años construirían nuevas centrales nucleares, argumentando que con el desarrollo de la energía nuclear se podrán reducir el uso de energías fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero.
James E. Lovelock, autor de la teoría de Gaia, muy influyente en el ecologismo, ha defendido una transición energética consistente en “detener el consumo de combustibles fósiles”, reemplazándolos por “una cartera diversificada de fuentes de energía, entre las cuales la nuclear será predominante”. A su parecer, “tendríamos que empezar a construir nuevas centrales nucleares sin más demora”. En fin, hizo un llamamiento a los ecologistas a “que abandonen su obstinado rechazo de la energía nuclear”.14 Pero los ecologistas plantean críticas muy relevantes y fundamentadas a la energía nuclear de fisión, como las que se explican a continuación.
1) Las centrales nucleares producen electricidad a partir de la energía que se libera por la fisión del uranio-235 en los reactores nucleares. Pues bien, el uranio es un mineral cuyas reservas son limitadas y, por tanto, es un recurso energético no renovable. Se prevé que durante el siglo XXI se producirá su agotamiento progresivo. Obviamente, si se construyera un mayor número de centrales nucleares, el agotamiento se aceleraría.
2) En todas las fases del ciclo del combustible nuclear (minas de uranio, transporte del uranio, edificios de enriquecimiento y producción del combustible, reactor, sistemas de refrigeración de las centrales nucleares, plantas de reprocesamiento de los residuos radioactivos, transporte y lugares de almacenamiento de esos residuos) se emite radiactividad al medioambiente, cuya acumulación puede tener unos efectos muy graves en la salud de las personas (mutaciones genéticas, cánceres…).
3) El transporte del mineral de uranio y de los residuos radioactivos es peligroso y las centrales nucleares no son seguras, como lo demuestran los accidentes que se produjeron en las centrales nucleares de Three Mile Island, en Harrisburg, Estados Unidos (1979), Chernóbil, en la URSS (1986) y Fukushima, en Japón (2011).
4) Los residuos radiactivos de alta intensidad (esencialmente el combustible gastado en los reactores), que son depositados en las “piscinas” de las centrales nucleares y en almacenes construidos para albergarlos, dejan un legado tenebroso a las futuras generaciones. Como observó Barry Commoner, la radiactividad de los residuos nucleares “se mantiene a un peligrosísimo nivel, por lo que han de ser meticulosamente aislados, para que no estén en contacto con las personas y el medio ambiente, durante unos 200.000 años”15. Hasta ahora, no se ha descubierto una manera segura de conservar los residuos radioactivos, entre otras razones porque no hay garantía de que los recipientes en los que se depositan no puedan sufrir corrosiones y escapes.
5) Hay una relación directa entre el uso civil y militar de la energía nuclear porque en los reactores nucleares generadores se obtiene plutonio-239, que es fisionable y un componente esencial de las bombas nucleares.16 Además, tener centrales nucleares y depósitos de residuos nucleares incrementa la inseguridad ya que pueden ser objetivos militares en una guerra.
6) El coste de producción de la energía nuclear se ha ido incrementando, sobre todo por las crecientes medidas de seguridad que los gobiernos tuvieron que imponer tras los accidentes nucleares.17 Actualmente, el coste de la electricidad generada por las centrales nucleares es cuatro veces más elevado que la que se obtiene de las energías renovables. Si la energía nuclear subsiste, es gracias a las subvenciones públicas que recibe.
Las energías renovables
Como se ha informado anteriormente, las energías renovables aportaban en el 2018 el 11,4% al total de energía primaria que se consumía en el mundo. La hidráulica era la energía renovable con mayor porcentaje, el 6,4%, mientras que las energías solar y eólica aportaban conjuntamente el 5%. La transición energética requiere que esos porcentajes se eleven sustancialmente, para lo cual será imprescindible que los gobiernos realicen grandes inversiones y que las entidades sociales y la ciudadanía se impliquen activamente en la constitución de comunidades energéticas, que pueden formarse a nivel de ciudad, pueblo, barrio o comunidad de vecinos.
El desarrollo de la energía hidráulica se topa con el problema de la escasez de agua en diferentes regiones y países del mundo que padecen las sequías y la desertización. Los efectos del cambio climático han contribuido a agudizar y extender territorialmente ese grave problema.
El hidrógeno verde ha creado grandes expectativas como vector energético de sustitución de los combustibles fósiles. Por ello, diferentes empresas energéticas están realizando grandes inversiones para su desarrollo. El hidrógeno verde se produce con electricidad generada por energías renovables a través de un proceso fisicoquímico denominado electrólisis, que consiste en separar el hidrógeno del oxígeno del agua por la acción de una corriente eléctrica conectada al agua mediante electrodos. Se dice que es una energía renovable, porque utiliza un recurso natural que no se agota, y limpia, porque no emite gases contaminantes y el único residuo que genera es agua. Pero existe un problema cada vez más grave de escasez de agua, sobre todo en determinadas regiones y países del mundo afectados por las sequías y la desertización. También conviene tener en cuenta las advertencias de James E. Lovelock sobre los peligros del hidrógeno verde: “Actualmente sólo se puede almacenar a altísimas presiones en contenedores muy resistentes hechos de metal o fibra de carbono. Tiende a hacer que el acero se torne quebradizo y, por su pequeño tamaño molecular, se filtra fácilmente por diminutos agujeros […]. Por otra parte, el hidrógeno mezclado con el aire explota al prenderse […]. Además, la llama de hidrógeno es invisible, así que la ignición de una pequeña fuga puede causar un grave sobrecalentamiento de las válvulas antes de ser detectada.”18
El coste de la instalación de placas solares fotovoltaicas, es decir, de los dispositivos que transforman la energía solar en energía eléctrica, se ha ido reduciendo y en los últimos años se han producido mejoras sustanciales en la capacidad de almacenamiento de la energía solar. Por esas razones, es posible y deseable un despliegue masivo de placas solares fotovoltaicas en los tejados de las casas y de los edificios, impulsado por las comunidades energéticas que se vayan formando. Ahora bien, como ha señalado Antonio Turiel, “la fabricación de paneles fotovoltaicos requiere materiales escasos” como la plata, que “es necesaria para las conexiones con las células de silicio”. Por ello, llega a la conclusión de “que la escasez de plata”, que puede agotarse en un par de décadas, “es uno de los grandes factores restrictivos de la tecnología fotovoltaica”.19
La energía eólica, que se obtiene de la fuerza del viento a través de aerogeneradores que convierten la energía cinética del viento en energía eléctrica, tiene un gran potencial de desarrollo, pero en la actualidad su despliegue está suponiendo un gran consumo de combustibles fósiles. Hay que saber que las torres de los aerogeneradores son estructuras de hormigón y acero. Pues bien, como ha señalado Antonio Turiel, “aparte de la cantidad de combustibles fósiles requerida para fabricar el cemento y el acero, se consume una gran partida de estos en los camiones que se usan para transportarlos hasta el lugar de la instalación, en las excavadoras que allanan el terreno y excavan los cimientos, en las hormigoneras donde va el cemento y en las grúas que se requieren para subir las estructuras y bombear el cemento”. Además, hay que considerar “el coste energético y, en particular, de energías fósiles del desmantelamiento de los parques eólicos.”20
En fin, otro de los obstáculos al desarrollo de las energías solar y eólica ha sido las múltiples resistencias al despliegue en el territorio de infraestructuras de ese tipo de energías. En diferentes lugares del mundo, se han expresado críticas y se han realizado acciones de protesta por la instalación de esas infraestructuras, denunciando que causan un impacto negativo en la biodiversidad (sobre todo en las aves) y en pueblos y parajes naturales de alto valor paisajístico. Uno de los eslóganes de esas movilizaciones es “renovables sí, pero así no”. Ante ello, parece evidente que convendría pactar su despliegue entre las administraciones públicas y las organizaciones representativas de los territorios con el objetivo de minimizar al máximo su impacto medioambiental. Se trata de hacer compatible el despliegue de las energías renovables y la preservación de los pueblos y los parajes naturales de alto valor paisajístico.
El proceso de transición energética está siendo cada vez más conflictivo porque se han expresado ideas y propuestas divergentes y existen intereses económicos y políticos contradictorios. Entre los obstáculos que hay para que pueda avanzar esa transición, se pueden destacar la oposición de las grandes empresas energéticas y diferentes gobiernos al proceso de sustitución de las fuentes energéticas fósiles y de la energía nuclear, el límite del desarrollo de las energías renovables derivado de las reservas finitas de los materiales necesarios para fabricar los dispositivos que las captan, y las resistencias al despliegue en el territorio de infraestructuras de energías renovables.
La evolución de la transición energética puede ser cambiante, con avances y retrocesos, en función de la correlación de fuerzas, en cada momento político, entre las organizaciones e instituciones que impulsen la transición energética y las que se propongan obstaculizarla. Cuando gobiernen los partidos políticos progresistas se tenderá a la aprobación de leyes y políticas públicas que favorezcan el proceso de transición energética mientras que cuando lo hagan los partidos políticos conservadores se optará por aprobar normativas que la obstaculicen. Durante la transición energética habrá negociaciones y pactos, pero también imposiciones por parte de las fuerzas políticas, sociales y económicas que sean hegemónicas y dominantes.
Las energías fósiles
Las energías fósiles (carbón, petróleo y gas natural) son residuos orgánicos de plantas y de animales que quedaron enterrados y se descompusieron desde que empezó la vida en el planeta hace más de tres mil millones de años. Se pueden formular las siguientes críticas al uso de esas fuentes energéticas:
1) Las existencias de energías fósiles son limitadas y la curva de producción del petróleo y el carbón ya hace algunos años que llegó a su nivel máximo (el pico) y está descendiendo. Como los combustibles fósiles se han utilizado de manera continuada y creciente en los procesos de producción y en los vehículos de combustión de gasolina y gasoil (derivados del petróleo), ya se vislumbra su agotamiento. Se prevé que, si se mantiene el ritmo de consumo de las últimas décadas, en el siglo XXI se producirá el agotamiento del petróleo y del gas natural y en el siglo XXII el del carbón.
2) Se ha producido un incremento progresivo de la inversión de capitales y de la energía que se necesitan para extraer los combustibles fósiles como consecuencia de las dificultades cada vez mayores de acceso a los mismos, lo cual ha supuesto un aumento continuado del coste de su producción. Como dijo Barry Commoner, “cada barril de petróleo extraído de la tierra hace automáticamente más caro el barril siguiente”2. Ante el previsible agotamiento del petróleo que se extrae en los yacimientos convencionales por el sistema de presión, Estados Unidos utiliza, desde el 2010, la técnica de la fractura hidráulica (fracking) para obtener el petróleo atrapado en rocas compactas, inyectando agua y arena a alta presión para fracturarlas y que pueda fluir el petróleo hacia la superficie. Esta técnica es económicamente muy costosa. Como ha señalado Antonio Turiel, “como de promedio se necesitan doscientos pozos de fracking para producir lo mismo que un pozo convencional, se tienen que perforar miles de pozos, sin pausa, para mantener en marcha semejante industria”. En el caso del carbón, “los mejores yacimientos hace tiempo que están agotados y, en la actualidad, no queda más remedio que recurrir a yacimientos más profundos, con menos contenido en carbón y con mineral de peor calidad”.3 Pues bien, la extracción de carbones de peor calidad (subbituminosos y lignito) es económicamente más cara que la extracción de los de mayor calidad (antracitas y hullas).
3) El carbón, el petróleo y el gas natural son los principales causantes del calentamiento global (la temperatura media global del planeta ha subido un 1,1°C -grados Celsius- desde 1880 a la actualidad, es decir, desde que se inició la quema masiva de carbón en las industrias), debido a las enormes cantidades de gases de efecto invernadero que se han emitido a la atmósfera por la quema de esos combustibles fósiles, destacando entre ellos el dióxido de carbono, aunque también inciden de manera relevante el metano, los halocarburos, los gases fluorados y el óxido nitroso. En la actualidad, “la humanidad emite a la atmósfera más de treinta y seis mil millones de toneladas de CO2 cada año”4. Las consecuencias están siendo desastrosas para el medio ambiente y para las personas (aumento de las olas de calor extremo, de las sequías, de la desertización y de los incendios, deshielo de los glaciares y de los casquetes de hielo polar, incremento de las inundaciones y del nivel del mar…). Y en el caso de que la temperatura media global acabara subiendo más allá del 1,5°C respecto a los niveles preindustriales, las consecuencias serían catastróficas, como alertó el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) en su informe “Calentamiento global de 1,5°C” publicado en octubre de 20185.
4) El transporte de energías fósiles es muy peligroso. De hecho, ya se han producido decenas de accidentes muy graves de barcos petroleros6, en plataformas petrolíferas7, en oleoductos8 y en gaseoductos. Además, estas infraestructuras presentan problemas de seguridad muy relevantes por la posibilidad de que sean atacadas por ejércitos o por grupos terroristas9.
5) La extracción y el uso de combustibles fósiles perjudica a otros sectores económicos. Como ha indicado Naomi Klein, “los recursos pesqueros se ven dañados por la polución; el paisaje, marcado por las cicatrices de la catástrofe de turno, pierde atractivo para los turistas; y las tierras de cultivo se vuelven insalubres”. Además, la extracción de energías fósiles requiere una gran cantidad de agua, “en un momento en que las fuentes de agua dulce peligran cada vez más en todo el mundo”.10
Hay diferentes obstáculos en el proceso de substitución de las energías fósiles. Por una parte, el porcentaje que aportan al total de energía primaria que se consume en el mundo, aunque se ha ido reduciendo en los últimos años, sigue siendo muy elevado: un 84,3% en el 2018 (33,1% el petróleo, 27% el carbón y 24,2% el gas natural) y un 82% en el 2021. Además, la aportación de las energías renovables al total de energía primaria que se consumía en el mundo en el 2018, aunque se había incrementado respecto a los años anteriores, era insuficiente para sustituir a los combustibles fósiles: un 11,4%. La aportación de la energía nuclear en aquel mismo año se situó en el 4,3%, evidenciando su tendencia al estancamiento.11
Por otra parte, las grandes empresas energéticas, tanto las privadas (Chevron, ExxonMobil, BP, Royal Dutch Shell, Peabody Energy…) como las públicas (Saudi Aramco, Gazprom, National Iranian Oil, Coal India, Pemex, Petróleos de Venezuela, PetroChina…), siguen explotando los yacimientos de carbón, petróleo y gas natural existentes, han ampliado la extracción con nuevas técnicas (fracturación hidráulica, plataformas de perforación en el mar…) y han construido nuevos oleoductos y gaseoductos. Estas empresas no se resignarán a perder sus inversiones en yacimientos, plataformas de perforación, oleoductos y gaseoductos, ni tampoco a no utilizar las reservas de combustibles fósiles que poseen. Y no dudarán en utilizar todos los medios a su alcance para garantizar sus intereses económicos. Si logran sus objetivos, las emisiones de gases de efecto invernadero seguirán creciendo y el calentamiento global del planeta se acentuará hasta llegar a niveles muy por encima de los recomendados por el IPCC. Para evitar la catástrofe climática, los gobiernos deberían suprimir las exenciones fiscales a las empresas de energías no renovables y las subvenciones al consumo de combustibles fósiles12, cancelar todos los permisos de perforación y de construcción de oleoductos y gasoductos, y prohibir el uso de las reservas existentes de energías fósiles.
La energía nuclear de fisión
Como se ha comentado, el porcentaje que aportaba la energía nuclear al total de energía primaria consumida en el mundo en el 2018 era del 4,3%. Por lo tanto, parece factible prescindir de ella. El problema es que hay un conjunto de países altamente dependientes de ese tipo de energía. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica, los porcentajes de participación de la energía nuclear en la generación de electricidad en diciembre de 2018 eran los siguientes (solo se relacionan los países con los porcentajes mayores): Francia (71,6%), Ucrania (55,1%), Eslovaquia (54%), Hungría (50%), Bélgica (49,9%), Suecia (39,6%) y Eslovenia (39,1%).13 Además, los gobiernos de China, India, Turquía y Francia anunciaron en 2021 que en los próximos años construirían nuevas centrales nucleares, argumentando que con el desarrollo de la energía nuclear se podrán reducir el uso de energías fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero.
James E. Lovelock, autor de la teoría de Gaia, muy influyente en el ecologismo, ha defendido una transición energética consistente en “detener el consumo de combustibles fósiles”, reemplazándolos por “una cartera diversificada de fuentes de energía, entre las cuales la nuclear será predominante”. A su parecer, “tendríamos que empezar a construir nuevas centrales nucleares sin más demora”. En fin, hizo un llamamiento a los ecologistas a “que abandonen su obstinado rechazo de la energía nuclear”.14 Pero los ecologistas plantean críticas muy relevantes y fundamentadas a la energía nuclear de fisión, como las que se explican a continuación.
1) Las centrales nucleares producen electricidad a partir de la energía que se libera por la fisión del uranio-235 en los reactores nucleares. Pues bien, el uranio es un mineral cuyas reservas son limitadas y, por tanto, es un recurso energético no renovable. Se prevé que durante el siglo XXI se producirá su agotamiento progresivo. Obviamente, si se construyera un mayor número de centrales nucleares, el agotamiento se aceleraría.
2) En todas las fases del ciclo del combustible nuclear (minas de uranio, transporte del uranio, edificios de enriquecimiento y producción del combustible, reactor, sistemas de refrigeración de las centrales nucleares, plantas de reprocesamiento de los residuos radioactivos, transporte y lugares de almacenamiento de esos residuos) se emite radiactividad al medioambiente, cuya acumulación puede tener unos efectos muy graves en la salud de las personas (mutaciones genéticas, cánceres…).
3) El transporte del mineral de uranio y de los residuos radioactivos es peligroso y las centrales nucleares no son seguras, como lo demuestran los accidentes que se produjeron en las centrales nucleares de Three Mile Island, en Harrisburg, Estados Unidos (1979), Chernóbil, en la URSS (1986) y Fukushima, en Japón (2011).
4) Los residuos radiactivos de alta intensidad (esencialmente el combustible gastado en los reactores), que son depositados en las “piscinas” de las centrales nucleares y en almacenes construidos para albergarlos, dejan un legado tenebroso a las futuras generaciones. Como observó Barry Commoner, la radiactividad de los residuos nucleares “se mantiene a un peligrosísimo nivel, por lo que han de ser meticulosamente aislados, para que no estén en contacto con las personas y el medio ambiente, durante unos 200.000 años”15. Hasta ahora, no se ha descubierto una manera segura de conservar los residuos radioactivos, entre otras razones porque no hay garantía de que los recipientes en los que se depositan no puedan sufrir corrosiones y escapes.
5) Hay una relación directa entre el uso civil y militar de la energía nuclear porque en los reactores nucleares generadores se obtiene plutonio-239, que es fisionable y un componente esencial de las bombas nucleares.16 Además, tener centrales nucleares y depósitos de residuos nucleares incrementa la inseguridad ya que pueden ser objetivos militares en una guerra.
6) El coste de producción de la energía nuclear se ha ido incrementando, sobre todo por las crecientes medidas de seguridad que los gobiernos tuvieron que imponer tras los accidentes nucleares.17 Actualmente, el coste de la electricidad generada por las centrales nucleares es cuatro veces más elevado que la que se obtiene de las energías renovables. Si la energía nuclear subsiste, es gracias a las subvenciones públicas que recibe.
Las energías renovables
Como se ha informado anteriormente, las energías renovables aportaban en el 2018 el 11,4% al total de energía primaria que se consumía en el mundo. La hidráulica era la energía renovable con mayor porcentaje, el 6,4%, mientras que las energías solar y eólica aportaban conjuntamente el 5%. La transición energética requiere que esos porcentajes se eleven sustancialmente, para lo cual será imprescindible que los gobiernos realicen grandes inversiones y que las entidades sociales y la ciudadanía se impliquen activamente en la constitución de comunidades energéticas, que pueden formarse a nivel de ciudad, pueblo, barrio o comunidad de vecinos.
El desarrollo de la energía hidráulica se topa con el problema de la escasez de agua en diferentes regiones y países del mundo que padecen las sequías y la desertización. Los efectos del cambio climático han contribuido a agudizar y extender territorialmente ese grave problema.
El hidrógeno verde ha creado grandes expectativas como vector energético de sustitución de los combustibles fósiles. Por ello, diferentes empresas energéticas están realizando grandes inversiones para su desarrollo. El hidrógeno verde se produce con electricidad generada por energías renovables a través de un proceso fisicoquímico denominado electrólisis, que consiste en separar el hidrógeno del oxígeno del agua por la acción de una corriente eléctrica conectada al agua mediante electrodos. Se dice que es una energía renovable, porque utiliza un recurso natural que no se agota, y limpia, porque no emite gases contaminantes y el único residuo que genera es agua. Pero existe un problema cada vez más grave de escasez de agua, sobre todo en determinadas regiones y países del mundo afectados por las sequías y la desertización. También conviene tener en cuenta las advertencias de James E. Lovelock sobre los peligros del hidrógeno verde: “Actualmente sólo se puede almacenar a altísimas presiones en contenedores muy resistentes hechos de metal o fibra de carbono. Tiende a hacer que el acero se torne quebradizo y, por su pequeño tamaño molecular, se filtra fácilmente por diminutos agujeros […]. Por otra parte, el hidrógeno mezclado con el aire explota al prenderse […]. Además, la llama de hidrógeno es invisible, así que la ignición de una pequeña fuga puede causar un grave sobrecalentamiento de las válvulas antes de ser detectada.”18
El coste de la instalación de placas solares fotovoltaicas, es decir, de los dispositivos que transforman la energía solar en energía eléctrica, se ha ido reduciendo y en los últimos años se han producido mejoras sustanciales en la capacidad de almacenamiento de la energía solar. Por esas razones, es posible y deseable un despliegue masivo de placas solares fotovoltaicas en los tejados de las casas y de los edificios, impulsado por las comunidades energéticas que se vayan formando. Ahora bien, como ha señalado Antonio Turiel, “la fabricación de paneles fotovoltaicos requiere materiales escasos” como la plata, que “es necesaria para las conexiones con las células de silicio”. Por ello, llega a la conclusión de “que la escasez de plata”, que puede agotarse en un par de décadas, “es uno de los grandes factores restrictivos de la tecnología fotovoltaica”.19
La energía eólica, que se obtiene de la fuerza del viento a través de aerogeneradores que convierten la energía cinética del viento en energía eléctrica, tiene un gran potencial de desarrollo, pero en la actualidad su despliegue está suponiendo un gran consumo de combustibles fósiles. Hay que saber que las torres de los aerogeneradores son estructuras de hormigón y acero. Pues bien, como ha señalado Antonio Turiel, “aparte de la cantidad de combustibles fósiles requerida para fabricar el cemento y el acero, se consume una gran partida de estos en los camiones que se usan para transportarlos hasta el lugar de la instalación, en las excavadoras que allanan el terreno y excavan los cimientos, en las hormigoneras donde va el cemento y en las grúas que se requieren para subir las estructuras y bombear el cemento”. Además, hay que considerar “el coste energético y, en particular, de energías fósiles del desmantelamiento de los parques eólicos.”20
En fin, otro de los obstáculos al desarrollo de las energías solar y eólica ha sido las múltiples resistencias al despliegue en el territorio de infraestructuras de ese tipo de energías. En diferentes lugares del mundo, se han expresado críticas y se han realizado acciones de protesta por la instalación de esas infraestructuras, denunciando que causan un impacto negativo en la biodiversidad (sobre todo en las aves) y en pueblos y parajes naturales de alto valor paisajístico. Uno de los eslóganes de esas movilizaciones es “renovables sí, pero así no”. Ante ello, parece evidente que convendría pactar su despliegue entre las administraciones públicas y las organizaciones representativas de los territorios con el objetivo de minimizar al máximo su impacto medioambiental. Se trata de hacer compatible el despliegue de las energías renovables y la preservación de los pueblos y los parajes naturales de alto valor paisajístico.
1 Este artículo es complementario del que publicó Sin Permiso el 11 de junio de 2023, titulado “Transición energética y crecimiento o decrecimiento”. https://sinpermiso.info/textos/transicion-energetica-y-crecimiento-o-decrecimiento
2 Barry Commoner, En paz con el planeta, Barcelona, Crítica, 1992, p. 91.
3 Antonio Turiel, Petrocalipsis. Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar, Madrid, Alfabeto, 2020, pp. 37 y 76.
4 Lawrence M. Krauss, El cambio climático. La ciencia ante el calentamiento global, Barcelona, Pasado y Presente, 2021, p. 49.
5 https://www.ipcc.ch/sr15/
https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/sites/2/2019/09/IPCC-Special-Report-1.5-SPM_es.pdf
https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/sites/2/2019/09/IPCC-Special-Report-1.5-SPM_es.pdf
6 Los vertidos de petróleo más relevantes han sido los derivados del encallamiento del buque Torrey Canyon en las británicas Islas Sorlingas (1967), de la colisión contra un arrecife en Alaska del barco Exxon Valdez (1989) y el que sucedió tras el hundimiento en la costa gallega del barco Prestige (2002).
7 En abril de 2010, explotó en el golfo de México la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, causando la muerte a once de sus empleados y provocando el vertido en el mar de 779.000 toneladas de petróleo.
8 En julio de 2010, un oleoducto de la compañía canadiense Enbridge Inc. reventó en Michigan, causando “el mayor vertido de petróleo en tierra jamás registrado en la historia de Estados Unidos”, que “contaminó más de 55 kilómetros de vías fluviales y pantanos con unos 4 millones de litros de petróleo”. Naomi Klein, Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima, Barcelona, Paidós, 2015, p. 407.
9 Hay que recordar que, durante la guerra en Ucrania, en septiembre de 2022 se produjo la voladura con explosivos de tres de los cuatro conductos de los gaseoductos Nord Stream I y II, que trasladaban gas natural desde Rusia a Alemania.
10 Naomi Klein, Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima, Barcelona, Paidós, 2015, pp. 388 y 425-426.
11 BP Statistical Review of World Energy 2019. https://www.bp.com/content/dam/bp/business-sites/en/global/corporate/pdfs/energy-economics/statistical-review/bp-stats-review-2019-full-report.pdf
BP Statistical Review of World Energy 2022. https://www.bp.com/content/dam/bp/business-sites/en/global/corporate/pdfs/energy-economics/statistical-review/bp-stats-review-2022-full-report.pdf
BP Statistical Review of World Energy 2022. https://www.bp.com/content/dam/bp/business-sites/en/global/corporate/pdfs/energy-economics/statistical-review/bp-stats-review-2022-full-report.pdf
12 La International Energy Agency ha estimado que en 2022 los gobiernos del mundo destinaron un billón de dólares en subvenciones al consumo de combustibles fósiles. https://www.iea.org/reports/fossil-fuels-consumption-subsidies-2022
14 James E. Lovelock, La venganza de la Tierra, Barcelona, Planeta, 2007, pp. 30-32 y 156.
15 Barry Commoner, La escasez de energía. La energía y la crisis económica, Esplugas de Llobregat (Barcelona), Plaza & Janés, 1977, p. 102.
16 De hecho, el programa nuclear se inició con la fabricación de bombas atómicas y su lanzamiento sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 y continuó posteriormente con la carrera de armamentos nucleares entre Estados Unidos y la URSS durante toda la guerra fría, entre 1945 y 1991.
17 Ese factor, junto al impacto de las movilizaciones antinucleares, explica que desde principios de la década de 1980 se produjera una drástica disminución de la construcción de centrales nucleares en el mundo, sobre todo en Estados Unidos y en Europa.
18 James E. Lovelock, La venganza de la Tierra, Barcelona, Planeta, 2007, p. 120.
19 Antonio Turiel, Petrocalipsis. Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar, Madrid, Alfabeto, 2020, pp. 110-111.
20 Antonio Turiel, Petrocalipsis. Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar, Madrid, Alfabeto, 2020, pp. 100-101.