- ¿Se siente usted un auténtico congoleño?
- ¿Cómo definiría el Congo?
- Yo definiría el Congo como el producto de la descolonización, como cualquier otro estado africano. El Congo nació en el territorio que recorre la cuenca del río Congo, que fue el que se apropió, en la conferencia de Berlín (1984-1985), el rey belga Leopoldo II. Un territorio 80 veces más grande que su propio país. Se creó así un estado multiétnico, multiconfesional, sometido a los problemas derivados de esa colonización: la cultura de la violencia y del saqueo. Sin los recursos de la RDC, sin el propósito de someter a todas esas comunidades, Leopoldo II no se hubiera atrevido a crear ese estado. Por lo tanto, yo suelo decir que la RDC sufre de un síndrome: el de la violencia y del saqueo que heredó de las prácticas de la administración leopoldiana. Algunos autores de la época ya calificaron a los belgas de cometer genocidio, pero yo hablaría de democidio, ya que no había una intención planificada de eliminar una población a partir de un criterio, sino que predominó la intención de saquear, de tener acceso a los recursos y de paso se cometieron grandes violaciones de los derechos humanos. Mirad, en 30 años de administración leopoldiana el Congo perdió el 30% de la población.
- Desde la independencia, los conflictos se han ido sucediendo en la RDC, y en algunas zonas, come en el este, en Kivu Norte y Kivu Sur, se puede decir que se han vuelto crónicos, ¿cómo explica que no se acabe esa violencia?
- Yo suelo decir que el prodigio en recursos naturales de la RDC es una bendición de los dioses, pero al mismo tiempo ha sido su desgracia: saqueado por los belgas, por los mismos congoleños a través del dictador Mobutu, que estableció un sistema cliptocrático de saqueo de su propio país, y de la pequeña burguesía con la que gobernó. Y los países vecinos también han intentado, a su manera, sacar provecho de la debilidad de este gigante riquísimo en el corazón de África. Casi todos los países que nos rodean, a excepción de Angola y el Congo-Brazzaville, son generalmente países pobres. Y las clases gobernantes de esos países (Ruanda, Burundi y Uganda), con una mentalidad de saqueo, se aprovecharon del debilitamiento del Congo tras la dictadura de Mobutu Sese Seko para invadir este país y se convirtieron en los principales exportadores de diamantes, oro y coltán sin tener en su territorio estos minerales. Esos países tenían gran interés en las mismas guerras del Congo durante la segunda mitad de los 90 para saquear los recursos naturales. Y eso sigue todavía en Kivu Norte y Kivu Sur por tener en sus territorios minerales altamente cotizados en los mercados internacionales.
Digamos de paso que el Congo es uno de los países del mundo con más presencia de grupos armados, incluso en este período que se podría considerar de calma.
- Ahora mismo en Kivu Norte y en Ituri se ha declarado el estado de sitio por la enorme actividad criminal de los milicianos ugandeses de las Allied Democratic Forces (ADF).
- Sí, es la maldición de los minerales. Hay que hacer una doble lectura. La primera es que si el Congo hubiera sido un territorio pobre nadie se habría interesado por él, ni la propia colonización, ni después la invasión de los países vecinos, os mismos que mantienen esta guerra en Kivu Norte y Kivu Sur, porque la guerra es un verdadero negocio. Países como Uganda y Ruanda ya intervinieron en el pasado directamente bajo la excusa de controlar los movimientos de rebelión contra los poderes establecidos en estos países. Y después siguieron actuando por mediación de grupos armados ruandeses, ugandeses y congoleños. La otra lectura es la maldición de los recursos naturales, como el coltán, los diamantes, el oro, el cobalto, etc., que en lugar de contribuir al bienestar de las poblaciones de Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur, estos minerales se han convertido en la fuente de las desgracias de la población, mediante agresiones, violaciones… las guerras de nunca acabar.
- ¿Y cómo se podría poner fin en la RDC y en otros países del sur económico a ese modelo de economía basada solamente en la extracción y en la agricultura primaria?
- Yo creo que este modelo de economía colonial de mantener África, según lo he llamado más de una vez, en el famoso pacto colonial o la división internacional del trabajo, que consiste en que los países del norte, las antiguas metrópolis, ejerzan de suministradores de bienes de equipo y los países africanos sean el granero o la reserva de materias primas, ese modelo de economía es el caldo de cultivo del subdesarrollo del continente africano. La independencia que se dio a África en 1960 fue una independencia política, ficticia, ya que la independencia económica seguía en manos de las antiguas metrópolis, de las superpotencias o de las multinacionales. Nos encontramos ante una situación totalmente absurda: las materias primas son cada vez más baratas, lo vemos desde hace bastantes años, mientras que el precio de los bienes manufacturados o los bienes de equipo es cada vez más alto. Con esta situación el pobre es cada vez más pobre y el rico es cada vez más rico. Por lo tanto, yo creo que el famoso nuevo orden internacional que se adoptó en 1974, en el marco de la asamblea general de la ONU, fue una decisión muy valiente, porque consistía en el precio justo de las materias primas, el mantenimiento de la soberanía de los estados del sur, africanos en particular, sobre sus recursos naturales. Pero desgraciadamente, algunos autores consideraron que se había llegado al fin de la historia, porque había triunfado el mejor, el modelo capitalista. Yo suelo decir que lo que ha llegado a su fin no es la historia, sino el capitalismo, porque un modelo que crea pobreza y responsabiliza al mismo tiempo a los pobres de su pobreza ¿este modelo tiene futuro?
- ¿Cómo se incorpora África, y concretamente la RDC, a las relaciones internacionales?
- Se incorpora por el modelo heredado de la colonización, que consistía en convertir a África, como decía, en el granero de materias primas. Y me atrevo a decir que todos los dirigentes africanos que han intentado romper con este modelo han conocido un destino trágico. Se vio el caso de Patricio Lumumba, que quería la independencia económica del Congo. ¿Qué le ocurrió a Lumumba? Una muerte sin sepultura. En el mismo sentido Nkrumah, en Ghana. Quería controlar la producción y comercialización del cacao. Golpe de estado. El caso del joven capitán Thomas Sankara en Burkina Faso, que decía que la única manera de no pagar la deuda era no endeudarse, y además decía que África ya había pagado con creces su deuda externa y que África no debía a nadie, sino que se le debe a África. Pues golpe de estado y asesinato. Quizás a las élites políticas no les doy tanta importancia, porque son perros guardianes del imperialismo, que el neoliberalismo ha creado. Otras élites, al menos las intelectuales, deberían tomar cartas en el asunto.
- Entonces, ¿a los planes de ajuste estructural en la RDC se les podría calificar de fracaso de la modernización?
- Fracaso rotundo. Ahora el neoliberalismo, refiriéndose a la tasa de crecimiento de África, hablando de la RDC, destaca que apenas acabando de salir de la guerra ha alcanzado una tasa de crecimiento del 8%. El caso de Etiopía, el 10%; el caso de Ruanda, 10%; en Costa de Marfil se habla del despertar de África. No. Se trata de una lectura totalmente falsa. Porque esta tasa de crecimiento no consiste en la mejora de las estructuras de producción, la diversificación de las exportaciones. Todo lo contrario. Se trata de cortes drásticos en la educación, la sanidad, la formación… Es decir, en los aspectos de desarrollo humano.
- Pero el desarrollo también choca con la falta de infraestructuras de comunicación terrestre, carreteras o vías férreas.
- Sí, las infraestructuras son inexistentes. Desplazarse desde el este al oeste o del sur al norte es imposible, incluso difícil por avión. Por eso yo creo que la RDC, tal y como se concibió, es un país desestructurado. No hay una especie de fuerza centrípeda que pueda permitir a todas las regiones establecer una cooperación entre ellas. Yo pienso que esta debe ser la prioridad de las prioridades. Es imposible conectar todos los pueblos sin infraestructuras.
- ¿Puede haber esperanza en movimientos socio-políticos como Lucha, Filimbi y otros como actores de cambio?
- Sí, totalmente positivo. Yo creo que los movimientos de la sociedad civil son los que han permitido, por ejemplo, salvaguardar las conquistas de la democracia y conseguir importantes avances en los aspectos de derechos humanos, porque se han convertido en cortapisas de los poderes autocráticos, de los poderes dictatoriales que se instauraron en el período de la guerra fría en el continente africano. Y son esos movimientos como Lucha, Filimbi o la Liga de los Derechos Humanos los que han permitido ganar muchos espacios de libertad en el continente africano, donde me puedo permitir decir que nada es como antes
- Para hacer frente al neoliberalismo, ¿hay alternativas de cooperación Sur-Sur?
- El neoliberalismo es una especie de fundamentalismo de mercado. El catecismo económico liberal, que no se puede consentir bajo ningún concepto y que todo lo que quiere es imponer la ley del más fuerte en detrimento de los más débiles, de los más pobres. Por tanto, no encarna, bajo ningún aspecto, el futuro del continente africano. El futuro, bajo mi punto de vista, consiste claramente en contar con nuestras propias fuerzas a dos niveles. En primer lugar, la cooperación Sur-Sur entre los países de África, Asia y Latinoamérica. Tenemos en lo económico, lo político y lo académico muchos aspectos complementarios. Por ejemplo, nos encontramos en este grupo llamado periferia o sur, donde están los países carentes de capitales, como los países centroamericanos o los países subsaharianos, pero donde también hay otros países con excedentes de capitales, tales como los países del Golfo Pérsico o los del Sureste asiático. Ahí se puede establecer una cooperación perfectamente. Tenemos también, a nivel diplomático, países emergentes con un gran protagonismo a nivel internacional, y otros que no tienen ningún peso. Podríamos crear el frente común que requería el nuevo orden económico internacional que planteaba el movimiento de los No Alineados. Y a nivel académico tenemos países con universidades con un renombre internacional desde hace 200 años, como las de los países latinoamericanos. Mientras que en países africanos hay países donde apenas existe una sola universidad. El caso, por ejemplo, de Sudán del Sur o la República Centroafricana. Podríamos establecer esta cooperación científica intercambiando médicos, estudiantes o profesores. O sea, cooperación Sur-Sur a nivel mundial.
- Usted propone en su programa el enfoque mixto entre liberalismo y dirigismo, la integración regional de facto, la culturalización de los polos de integración desde los estados y erradicar el mimetismo fronterizo europeo.
- Yo hablo del protagonismo para los pueblos, de un modelo de desarrollo del pueblo mediante la prioridad que se da a la educación, a la formación y a la sanidad. Un modelo de desarrollo del pueblo, por el pueblo. Este es el primer vínculo que establezco. Y el segundo consiste en la integración regional, que es mi caballo de batalla. La integración regional, que debe ser un complemento a la cooperación Sur-Sur, entre los propios países africanos. Que ningún país africano puede desarrollarse de una manera aislada, en solitario. No tiene ni la población, ni los recursos suficientes. Tenemos que poner esto en común. Pero tiene que ser una integración regional, al igual que el propio desarrollo, con un desarrollo endógeno, autocentrado. Dar prioridad a los mercados internos, no a los estados externos para conseguir las divisas que le pide el neoliberalismo. Producir lo que consumimos y no lo que no consumimos.
A nivel académico, con algunos colegas africanos de la diáspora hablamos del neopanafricanismo, que no es el término ya recuperado por el neoliberalismo y vaciado de contenido. La Unión Africana es el caso del neoliberalismo recuperado por el Norte. Por tanto, ya es hora de cortar este cordón umbilical entre el neoliberalismo del Norte y sus agentes locales con el panafricanismo recuperado.
- En el este de su país las mujeres sufren violencia sexual como arma de guerra por parte de los grupos armados y también son víctimas de una alta masculinidad estructural. Pero ¿qué opina, por otra parte, del empoderamiento de las que cada vez más asumen un rol de cambio, de mayor incidencia social y política?
- El problema más importante para mí en relación con todo lo que hemos hablado hasta ahora es el papel de la mujer. Porque África es un continente en femenino, un continente en manos de las mujeres. La mujer africana es el sustento de la familia y de la propia sociedad. El profesor Cheick Anta Diop, el sabio senegalés, decía que África es el continente del matriarcado, donde entre el 52 y el 54% de la población son mujeres. Son ellas las que permiten mantener sus sociedades a través de sus propias familias. Por lo tanto, yo creo que el desarrollo tiene que ser también en femenino, tiene que partir dando prioridad a la educación de la mujer. No cualquier educación, sino la del fortalecimiento del sentimiento gregario y, al mismo tiempo, de capacidades futuras de desarrollo, porque son las mujeres las únicas que lo pueden llevar a cabo. Y con ello pienso que el desarrollo de África debe ocuparse de un aspecto tan importante, que está en manos de las mujeres, como es la agricultura. Acabar de una vez por todas con este mito neoliberal de desarrollo por la industrialización. Se termina cayendo en el mimetismo. El problema de África es el problema del hambre, de la malnutrición. Son las mujeres las que se encargan de la producción y distribución de alimentos. Hay que erradicar esta práctica de la violación sexual como arma de guerra por todos los medios. Los criminales saben que, destruyendo a la mujer, las estructuras femeninas, han destruido completamente el propio desarrollo. Yo suelo decir que hay que dar prioridad a la educación de la mujer y permitir a las mujeres controlar ya los círculos del poder en África.
- Allí donde la Lliga dels Drets dels Pobles estamos trabajando, las asociaciones locales a las que acompañamos trabajan en la educación de la mujer, pero también en la educación del hombre a través de los grupos focales o de liderazgo para sensibilizar a la población en derechos humanos y en igualdad de género.
- Efectivamente, la educación de los hombres debe ir de la mano de la educación de las mujeres. Si no, los hombres seguirán manteniendo su masculinidad, su complejo de superioridad totalmente nociva para el poder de las mujeres, del desarrollo de este colectivo.
- Y también se está llevando a cabo la promoción de las Asociaciones Vecinales de Crédito (AVEC), constituidas por mujeres, para gestionar entre ellas sus necesidades económicas y de ahorro en pro de una mayor autonomía económica.
- La independencia económica de las mujeres es fundamental. Por eso yo pienso que es a ellas a las que hay que dedicar los fondos disponibles para conseguir su empoderamiento, y por extrapolación, su independencia. Y eso va a influir en resolver el problema del hambre en la sociedad y al mismo tiempo ocuparse de sus familiares. Y se ha visto que, con la crisis que ha golpeado tan fuerte al continente africano a lo largo de las tres o cuatro últimas décadas, son las mujeres las que han permitido a la sociedad africana sobrevivir a esta crisis .
- Qué pronóstico podría hacer respecto a la situación futura de la mujer, en los aspectos sociales, económicos y políticos.
- Bueno, yo pienso que ya es hora de proceder a la definición de un nuevo proyecto de sociedad i un nuevo modelo de desarrollo en África. El nuevo proyecto de sociedad debe dar prioridad a lo interno, a las necesidades básicas de los africanos. Un proyecto de sociedad que debe dar protagonismo a las mujeres. Y en lo económico un modelo de desarrollo que debe romper fundamentalmente con el neoliberalismo para intentar centrarse en un modelo de desarrollo internamente orientado. Lo que he llamado un modelo de desarrollo endógeno y autocentrado. Y a nivel internacional intentar favorecer, no solamente la cooperación Sur-Sur con los países asiáticos y latinoamericanos para resolver los problemas comunes, sino también la integración regional entre los propios países africanos. Siempre con la mirada puesta en un nuevo orden más justo y equitativo.